Entre las sombras de la era victoriana no solo escribieron Poe o Stoker. También hubo mujeres que definieron el terror literario y cuya influencia aún resuena en nuestros miedos.
Cuando pensamos en el terror victoriano, suelen venirnos a la mente los nombres de siempre: Bram Stoker con su Drácula, Mary Shelley con Frankenstein (aunque publicada antes, en 1818, la sombra de su obra se extiende sobre todo el siglo XIX), o el propio Poe, que pese a ser estadounidense comparte esa atmósfera gótica. Pero lo cierto es que muchas escritoras de la época contribuyeron con relatos escalofriantes, innovadores y profundamente inquietantes.
Por prejuicios de género, sus nombres quedaron relegados a un segundo plano. Sin embargo, sus fantasmas, casas embrujadas y visiones nocturnas marcaron las bases de lo que hoy entendemos por horror psicológico y sobrenatural.
Dinah Mulock Craik, la voz de los espectros domésticos
Craik publicó relatos que mezclaban la intimidad del hogar con presencias fantasmales. Su cuento «The Last House in C— Street» es un ejemplo temprano de cómo lo familiar puede volverse aterrador.
A través de escenarios cotidianos, logró que lo sobrenatural se colara en lo doméstico, anticipando una línea que el terror moderno retomaría una y otra vez.
Amelia B. Edwards, viajera entre ruinas y fantasmas
Más conocida por sus viajes a Egipto y su labor arqueológica, Edwards también dejó relatos de terror que reflejan su fascinación por lo desconocido.
The Phantom Coach (1864) es considerado uno de los mejores cuentos de fantasmas victorianos, donde el suspense y la atmósfera lúgubre se construyen con precisión casi científica.
Margaret Oliphant, lo espectral como herencia
Oliphant escribió decenas de relatos fantasmales que exploraban el duelo, la memoria y la persistencia de los muertos en el mundo de los vivos.
Su colección Stories of the Seen and Unseen es un ejemplo de cómo el terror puede ser tanto escalofriante como profundamente humano, abordando temas de pérdida y redención bajo un halo sobrenatural.
Vernon Lee, la erudición al servicio del horror
Bajo el seudónimo Vernon Lee, Violet Paget creó relatos que combinaban una prosa elegante con un trasfondo intelectual. Su cuento «Amour Dure» explora la fatalidad, el deseo y la obsesión, envueltos en un aire gótico sofisticado.
Su obra influyó en autores posteriores interesados en lo estético y lo macabro, desde Henry James hasta M. R. James.
Recuperar a las maestras del miedo
El siglo XIX fue fértil en fantasmas, vampiros y casas embrujadas, pero sería injusto recordar solo a los hombres. Las escritoras victorianas de terror aportaron voces distintas, sensibles a la psicología y al detalle, que expandieron el género más allá del gótico convencional.
Hoy, en pleno siglo XXI, su rescate editorial es fundamental, pues nos permite entender que el terror nunca fue exclusivo de una voz masculina, sino un coro de espectros donde también resuenan las voces femeninas que supieron narrar lo invisible.


